El Congreso de los Diputados apoya que la cultura del vino sea reconocida como Patrimonio de la Humanidad


El diputado popular, José Cruz Pérez Lapazarán, ha respaldado la candidatura de la cultura del vino con el objetivo de que sea declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La Comisión de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, con el diputado José Cruz Pérez Lapazarán como portavoz del Grupo Popular, ha apoyado que la cultura del vino sea reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. La vid forma parte del paisaje milenario de nuestros pueblos. El vino se encuentra en nuestra historia, nuestras artes y en nuestra cultura alimentaria. El origen de la vitis vinífera se ubica en la región transcaucásica y el sur del Mar Negro, en el 7.000-6.000 a.C. Siempre ha demostrado ser una “planta aventurera” que ha sabido instalarse en cualquier lugar del mundo. Se ha desarrollado con facilidad en climas diversos, suelos y lugares muy diferentes. Sin la presencia de la vid y el vino no puede entenderse nuestra cultura occidental, herencia de ese conglomerado de tradiciones que, desde los imperios asirio y persa, pasando por Egipto, cristaliza en Grecia y Roma. El arte y la literatura, como no podía ser de otro modo, han recogido esa tradición e incluso han sacralizado el vino, por eso siempre ha servido como inspiración de artistas desde pintores a escritores. En los lugares donde creció la vid, el vino fue siempre un motivo de unión, de concordia, de celebración y de acuerdo. En numerosos estudios, se ha probado que la vid fue pieza clave para la sedentarización de las primeras civilizaciones. Desde ese momento siempre ha acompañado el discurrir de todas y cada una de las civilizaciones que han ido poblando el mundo y ha ido ayudando a crear la cultura de la humanidad como hoy la conocemos. Símbolo de identidad cultural Desde la Antigüedad, la elaboración de vino ha representado mucho más que una actividad económica: es un símbolo de identidad cultural. El vino se extendió con los romanos. La adopción de sus formas de vida significó la introducción de esta bebida en la dieta y en la cultura de la gente. Desde entonces se viene constatando que el vino es un alimento y que su consumo moderado es beneficioso para la salud. Durante la Edad Media, la fundación de monasterios cerca del camino jacobeo favoreció el desarrollo de la vitivinicultura y tiempo más tarde fue precisamente España quien extendió su cultivo y consumo por América. Desde la antigüedad y hasta nuestros días, el vino ha estado presente en la cultura de los pueblos y muy particularmente en el Mediterráneo y en España. La cultura de la viña y del vino, configura y caracteriza el paisaje y la vida de gran parte de la Unión Europea. En España existen hasta un total de 90 Denominaciones de Origen y 41 Indicaciones Geográficas Protegidas. Muchos de nuestros vinos se asocian a comarcas, regiones y lugares, formando parte esencial de su identidad. No se pueden entender gran parte de nuestros territorios sin pensar en sus viñedos, que en muchos casos son el único cultivo posible y principal garantía de una gestión sostenible. Alrededor de la viña, la elaboración del vino y de su comercio gira una parte muy importante de la economía, de la actividad laboral, de las tradiciones, la cultura, las costumbres, la literatura, la arquitectura de numerosos pueblos y regiones, a los que se añade la extraordinaria importancia de su mercado tanto interior como exterior lo que es fiel reflejo de la calidad de nuestros vinos. El vino es cultura, tanto por su enraizamiento en la población desde siempre, como por su presencia en las artes. El vino está en la Biblia, en Cervantes y en Shakespeare, como en toda la literatura mundial. El vino está en la pintura, la escultura, la música, el cine; está en el románico y en las modernas estructuras de los más prestigiosos arquitectos mundiales. En definitiva, la vid y el vino, representan el sólido nexo que se adentra en la más remota historia hasta definir una profunda y pujante cultura que une a pueblos y territorios de cualquier lugar del mundo, forma parte esencial de sus expresiones artísticas y está asociado en sus formas de consumo a valores positivos como la sociabilidad y la moderación. Por todo ello, el Congreso de los Diputados apoya expresamente la candidatura para que la “Cultura del Vino” sea declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.