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Si a usted le hubieran dicho que abriera unas latas para complementar sus tapas en un bar de estas especialidades, seguramente habría pensado que estaban bromeando. ¿Latas en un restaurante? Pero no, este estilo de comer está aprobado por cocineros tan notables como el maestro Ferran Adrià y otros como él, quienes han expresado su predilección por los pescados azules (bonitos, atunes, sardinas) enlatados, que mejoran su sabor notablemente con el tiempo en bodega. En las alacenas de los gourmets europeos, las latas de sardinas españolas en aceite de oliva (latas con pedigrí) se codean con el foie gras trufado y el caviar de esturión. De hecho, se ha establecido en Europa un culto alrededor de las sardinas enlatadas, en el que aseguran que maduran muy bien con el tiempo, algunos sibaritas presumen de haberlas disfrutado con hasta 30 años de añejamiento. Pero ésta no es ninguna novedad, puesto que desde los 30 del siglo pasado, Vyvyan Holland, hijo del controvertido escritor inglés Oscar Wilde y excéntrico gourmet, organizaba degustaciones de sardinas en lata con por lo menos 10 años de maduración, que maridaba con champañas de añadas reconocidas. En los últimos años, se abrió con mucho éxito una serie de restaurantes en Osaka, Japón, llamados Mr. Kanso, que ofrecen exclusivamente latas y conservas de todas partes del mundo, con 350 variedades, e incluyen productos tan exóticos como curry de carne de león marino o crisálidas al vapor de gusano de seda coreano. La oferta española en conservas es potentísima, con una calidad y surtido inmenso.Solo falta que nuestra hostelería de el paso para colocar las conservas en el lugar que le corresponden