Todo producto ha de tener un nombre, una referencia, un distintivo por el que se le conozca y que le haga singular


 El problema está en que no es fácil acertar, de ahí que haya expertos en hacerlo. También en el mundo del vino, claro, donde sólo en España existen no ya decenas, sino centenares de referencias que compiten entre sí. En ocasiones lo hacen de forma visual, expuestas todas las botellas juntitas en las estanterías de vinotecas o grandes almacenes. En otras, en listados de internet de tiendas virtuales. Una etiqueta que llame la atención o un nombre que también lo haga puede ser una ayuda para dar a conocer un producto e impulsar la compra. ¿Quién puede resistirse ante un nombre tan impetuoso como el de este Prosecco italiano: Follador?. Llamar la atención es precisamente lo que consiguen los vinos, todos ellos más o menos asequibles, que detallamos a continuación. Algunos tienen reconocido prestigio. Otros, simplemente, tratan de ocultar con un nombre llamativo la cuestionable calidad de su producto. Cojón de gato. 6-8 euros. Somontano. No ha de sorprender el nombre de este vino a los que conozcan la viticultura española, pues cojón de gato es una variedad (minoritaria, eso sí), que resulta autóctona de zonas como Somontano, donde se elabora precisamente este vino tinto. Es un coupage con aportaciones mayoritarias de syrah y merlot con una breve crianza de apenas tres meses. Envidia cochina. 13 euros. Albariño de Rías Baixas. Eladio Piñeiro, fundador de los 80 de la conocida bodega gallega de Mar de Frades, terminó deshaciéndose de aquélla por una serie de circunstancias vitales que le apartaron de la viticultura, a la que regresó después con vinos de autor como este Envidia Cochina. Quizá la peripecia vital tenga algo que ver con el nombre de este albariño bien considerado, clásico, redondo y escorado a la biodinámica en su elaboración. Qué bonito cacareaba. 35 euros. Rioja. El blanco riojano de Benjamín Romeo, el creador de Contador (100 puntos Parker en 2004), es uno de los blancos mejor valorados de España. Su curioso nombre sustituyó desde la cosecha de 2003 a otro de bonita resonancia, Contador de Gallocanta. Es un vino blanco con crianza y elaborado a partir de variedades clásicas de Rioja: viura, malvasía y garnacha blanca. El gallo de la finca Gallocanta es su símbolo, pero el nombre tuvo que ser retirado por problemas de incompatibilidad en el mercado americano y se asumió el nuevo, aunque las que cacarean son las gallinas... Gran Cerdo. 5 euros. Tempranillo y Graciano, sin denominación. Es una de las historias más conocidas. Gran Cerdo, un rioja de tempranillo y graciano, es un vino dedicado a los banqueros que denegaron el crédito que precisaba el elaborador Gonzalo Gonzalo (ahí esos padres, también jugando con el naming de su hijo) para sacar adelante otro caldo que iba a llamarse Le Punk. “El director del banco era un tocino, un auténtico cerdo”, decía Gonzalo. Tal y como están las cosas, y pese a que sus autores lo definen como un rioja clásico, tiene todas las oportunidades para convertirse en el vino preferido de los indignados. Por cierto, de su fábrica de nombres extraños salió otro, 'No phone', que hacía referencia precisamente a la falta de cobertura de la finca de donde proceden las uvas. De puta madre. 40 euros. Verdejo de vendimia tardía. Fue lo primero que les vino a la boca a los elaboradores de este verdejo castellano (los hermanos Lurton) cuando lo probaron de la barrica. Así de simple. Es un vino blanco de larga crianza, 24 meses, elaborado a partir de uvas de vendimia tardía. Dulce, por tanto, un homenaje a tiempos pasados de Rueda y aquellos vinos de solera envejecidos en damajuanas. Teta de vaca. 8 euros. Somontano. Procede también de Somontano, donde parece que les ha dado por los nombres curiosos, aunque en este caso también procede de una variedad de uva de mesa en peligro de extinción. El packaging ayuda a diferenciarse en el lineal, pues la botella se tinta de manchas de la típica frisona de anuncio, blanca y negra tan bonita que casi dan ganas de llevársela a casa. Es un vino joven, de maceración carbónica y con un 15% de teta de vaca (uva de granos gruesos y largos) y, el resto, tempranillo. Follador Prosecco. 10-13 euros. Espumoso italiano. En cuestión de nombres, no hay quien gane a este espumoso italiano, un prosecco que como variedad está ganando terreno en los mercados exteriores al cava español en la pugna entre ambos por convertirse en alternativa al champagne. Debe su nombre al apellido del hombre que inició la saga vinícola, Giovanni Follador, en 1769, aunque fue en los pasados años 70 cuando un descendiente suyo, Gianfranco Follador, fundó Follador Spumanti y empezó a distribuir el caldo de forma profesional. Se elabora con uvas de la variedad glera en Treviso.