Una pequeña bodega de Ningxia, en el norte de China, conocida como Jia Bei Lan se hizo famosa el año pasado por haber superado con un Gran Reserva del 2009 a sus rivales franceses. Y la prestigiosa crítica Jancis Robinson también lo señaló como uno de los mejores vinos chinos que había probado. 15 años atrás los vinos en China no se conocían, y los pocos intentos que se hicieron para intentar acostumbrar el paladar chino a este nuevo sabor no habían tenido éxito. Unos pequineses participantes en una cata de vinos importados de California y Francia dijeron del vino “es como un jarabe para la tos.” El cambio es tan enorme como lo es la variedad que se puede encontrar hoy en día en el mercado chino. Aún hay los “jarabes para la tos” pero también hay muchos que han empezado a tener reconocimiento internacional. Como es el caso de la dueña de la bodega Grace, que en sus viñedos se puede encontrar una amplia gama de uvas (desde merlot hasta chardonnay) y en su historial diversos y reconocidos premios internacionales. En sus inicios, reconoce que tenía que suplicar para que le comprasen el vino, ahora las botellas están agotadas. Pero aunque hay pequeñas bodegas que empiezan a triunfar internacionalmente, el mercado del vino chino está dominado por las tres grandes empresas vinícolas -Great Wall, Dinasty y Changyu,- las cuales poseen más de la mitad del mercado doméstico. Un mercado donde cada vez hay más entusiastas que se apuntan a clases avanzadas de cata de vinos y que, continuamente, se va especializando y profesionalizando. Un mercado que es el segundo mayor comprador de vino Burdeos pero que a la vez se prevé que en 2016 sea el sexto mayor productor mundial de vino. Esto, sumado a la investigación que pone en duda si el vino europeo pasará el examen chino, es un serio aviso para los exportadores consolidados en el país.