Aunque el volumen mundial de ventas de Bag-in-box continúa siendo una incógnita como consecuencia de que sus exportaciones se asimilaban al granel y el consumo interno ha formado parte, hasta ahora también, del vino no envasado, existen estudios que avalan un crecimiento mundial de este mercado de aproximadamente el 6% anual




La vuelta de tuerca realizada por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) que entre 2013 y 2017 va a adaptar las estadísticas para que el Bag-in-box sea una categoría propia, subdividida en envases de dos a cinco litros y de seis a diez litros, va a clarificar un panorama que hacía difícil diferenciar el granel del Bag-in-box, que no deja de ser un envase.
El consumidor ha comenzado a entender que ese envase de cartón con un grifito al final que utilizaban hace años sus vecinos para organizar una comida campera se han convertido en objeto de culto en muchos países, especialmente del norte de Europa. Y es que suecos, noruegos y australianos, franceses y británicos, además de norteamericanos, rusos y alemanes han hecho del Bag-in-box un estilo de vida con cierto glamour.
Federico Castellucci, director general de la OIV, anunciaba en Ámsterdam en noviembre, con motivo de la celebración de la quinta Edición de la World Bulk Wine Exhibition, que la nueva norma implica a los servicios aduaneros de todo el mundo, para contar con datos fiables sobre este tipo de vinos.
El porcentaje de vinos a granel exportados en el mundo ascendió en 2012 a 35 millones de hectolitros, un 40% del total de vino comercializado, de los que alrededor del 20%, unos siete millones de hectolitros, podrían ser envasados en Bag-in-box, y generó un volumen de negocio de 3.300 millones de euros, según datos de corroborados tanto por la OIV como por el Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV).
Datos de Euromonitor Internacional estiman que el Bag-in-box supone el 56% del volumen total de vino vendido en Suecia, mientras en Australia alcanza el 53%, el 48% en Noruega, el 20% en Francia y Reino Unido, el 14% en Estados Unidos, el 13% en Rusia y el 8% en Alemania. Estos datos son corroborados por el OEMV cuando ofrece cifras sobre el precio medio pagado por el granel, incluido claro está el Bag-in-box, en algunos de estos países. Así Noruega paga una media de 2,04 euros por 2,02 euros de Australia, 1,66 euros de Finlandia, 1,57 euros de Suecia o 1,22 euros de Dinamarca. Suiza, Bélgica, Japón o Reino Unido superan también el nivel del euro por litro y Estados Unidos se acerca a ello.
Datos de consultoras internacionales aseguran que Estados Unidos comercializa anualmente 83 millones de unidades de Bag-in-box, por delante de Francia que acapara 32 millones de unidades, Rusia que comercializa 20 millones, Alemania sobrepasa los 11 millones y Canadá se acerca a los 9,5 millones de unidades.
Suecia, según datos facilitados por Florence Decock, directora de Marketing de Smurfit Kappa, utiliza el Bag-in-box en las ventas de grandes superficies en el 56% de sus ventas que ascienden a algo más de cien millones de litros, mientras Australia se queda en el 54% del vino consumido, Noruega en el 48%, Francia en el 29%, Dinamarca y Estados Unidos en el 20% y Rusia y Reino Unido en torno al 10%, mientras en España supone solo un 3% y en Italia poco más del 1%.
La empresa Mamerto de la Vara, ubicada en la localidad valenciana de Cheste, es una de las más entusiastas a la hora de vender sus vinos, generalmente licorosos, envasados en Bag-in-box. 
Su director gerente, Ángel de la Vara, asegura que es difícil competir en este segmento por la competencia con Jerez o Montilla-Moriles, “pero el Bag-in-box nos ha abierto un hueco interesante en países como Bélgica donde vendemos bien el Moscatel, además de mistelas y vermús”.
varios estudios que avalan un crecimiento mundial de este mercado de aproximadamente el 6% anual